Economía

“La protección del territorio y del suelo es una inversión de futuro para la sociedad y la economía”

Expertos y autoridades coinciden al reclamar en los desayunos ODS de Levante-EMV una mayor preservación de los ecosistemas terrestres como señala Naciones Unidas

«La protección del suelo y del territorio es una inversión de futuro, una tierra sana y fértil garantiza una sociedad y economía saludables», según el investigador José Luis Rubio. La vida terrestre se concentra en una capa superficial delgada, frágil y expuesta, un organismo vivo, el suelo, que abraza, interconecta y da vida al planeta. Así lo explica Rubio, quien reclama mayor atención para «esta piel viva con una enorme vulnerabilidad». «La ciudadanía no es consciente de las implicaciones y la trascendencia que tiene en nuestro día a día», señala el vicepresidente de la World Association of Soil and Water Conservation-Waswac.

El papel regulador del suelo en el aumento de la temperatura global es fundamental en la preservación de la vida de los ecosistemas terrestres. Meta esta última que persigue el Objetivo de Desarrollo Sostenible 15 que impulsa la Organización de Naciones Unidas. Promover el uso sostenible de la tierra, gestionar los bosques, luchar contra la desertificación e invertir en frenar la pérdida de biodiversidad fueron algunos de los temas sobre los que se debatió, y mucho, en el último de los desayunos de difusión de los ODS que organiza el periódico Levante-EMV con el patrocinio de Facsa, Caixa Popular y la Autoridad Portuaria de València.

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La Administración estuvo representada por Rosa Pardo, directora general de Política Territorial y Paisaje de la Generalitat Valenciana, y Consuelo Alfonso, alcaldesa de Andilla así como presidenta de la Asociación de Municipios Forestales. Las reclamaciones conservacionistas contaron con la presencia de Jesús Broch, portavoz de la plataforma No a la MAT, mientras que María Vicente acudió como directora de proyectos de sostenibilidad en la consultora Considera. Al acto, que tuvo lugar en las instalaciones del Club Diario Levante-EMV y contaba con la moderación del periodista Julio Monreal, también asistió la directora de comunicación de Bioparc, Pepa Crespo.

Involucrar a la sociedad

Si en algo existió amplio consenso de los participantes fue en «la necesidad de involucrar a la sociedad civil a través de estas iniciativas» que lleva a cabo la cabecera de Editorial Prensa Ibérica. «La concienciación es fundamental porque la gente tiene más poder del que cree», venían a señalar.

José Luis Rubio, experto en desertificación del suelo, aprovechaba para recordar el enorme peligro de aridificación que corre el territorio valenciano. Advertía, además, de la «espiral perversa» a la que puede conducir la degradación de la superficie terrestre con pérdidas de cosechas, hambrunas, guerras, migraciones forzosas, sequías, lluvias torrenciales o incendios. Sus recetas para evitar el deterioro: Prevenir los incendios, adaptar el territorio a temporales extremos, potenciar los sumideros naturales de carbono, recargar los acuíferos, ciudades más sostenibles o prepararse para la subida del nivel del mar, entre otras.

En ese punto, el investigador alertaba sobre el papel de la corteza del planeta en un contexto de emergencia climática, donde puede actuar como sumidero de dióxido de carbono, pero también en un foco emisor. «Puede ser parte de la solución o agravar el problema del calentamiento global», incidía el que fue fundador y primer director del Centro de Investigaciones sobre Desertificación (CIDE-CSIC). «La liberación de CO2 del suelo amenaza con socavar los costosos esfuerzos económicos para reducir las emisiones de la industria, las ciudades y el transporte», razonaba, en uno de los factores sobre los que pivota el documento de posicionamiento científico que cuenta con miles de firmas de investigadores de cara la cumbre de la COP 26 que arranca hoy en Glasgow.

Rosa Pardo, directora general de Política Territorial y Paisaje de la Generalitat Valenciana, colocaba la lupa sobre la importancia de implantar usos del territorio sostenibles. «Dependiendo de eso el propio medio natural podrá asumir procesos naturales o por contra las amenazas del cambio climático se agravarán, porque acción que hacemos tiene repercusión», comentaba. De ahí que recordara la obligación, por parte de las administraciones públicas, «de desarrollar estrategias de adaptación para ser capaces de recuperar la normalidad de forma menos complicada». Y aplicar normativas.

Hablaba, pues, de apostar por las soluciones basadas en la naturaleza con mecanismos como los que contempla el Plan de Acción Territorial de la Infraestructura Verde del Litoral. Además, hacía hincapié en la reducción de la superficie agrícola y el avance de la forestal. «Tenemos un territorio amplio que hemos de utilizar de manera eficiente, consciente y responsable», aseguraba.

Gran miedo a los incendios

Mientras, la alcaldesa de Andilla, Consuelo Alfonso, se mostraba algo crítica con la política de salón. «No se pueden tomar decisiones en mesas de despacho València sin pisar el terreno», lanzaba, para acto seguido solicitar que les dejen ser parte de la gestión, sin obstáculos en actuaciones prioritarias. «Falta concienciación de la gente de las urbes para la realidad del mundo rural», enfatizaba.

Como presidenta de la Asociación de Municipios Forestales de la Comunitat Valenciana, que engloba a casi ochenta consistorios, confiesa «el gran miedo a los incendios». Especialmente los denominados de sexta generación. Alfonso, firme defensora de la prevención más que de la extinción, echaba la vista atrás para recordar que hace medio siglo «los montes se autoregulaban porque se aprovechaban, ahora ya no». El abandono de este tipo de prácticas, ligado al cambio de vida y al despoblamiento, es un camino a revertir según la socialista.

Rosa Pardo admitía la necesaria cogobernanza y el integrar distintas visiones en la planificación autonómica. «Hay que intentar armonizar los espacios verdes con las necesidades urbanísticas a futuro», comentaba. Algo posible gracias a los visores del Institut Cartogràfic Valencià. Superponiendo las distintas capas «podremos saber qué espacios son críticos y cabe preservar evitando el sellado de suelos o superficies, o qué bosques requieren cuidados más intensos porque aunque los incendios son impredecibles se puede trabajar la prevención».

Por su parte, Jesús Broch, representante de la plataforma No a la MAT, contra la instalación de líneas de muy alta tensión en enclaves de alto valor paisajístico y ecológico, abogaba porque la descarbonización no la paguen los pequeños municipios. Broch realizó un alegato «contra brokers y multinacionales con grandes beneficios a costa de la Laponia valenciana, en la que van a hacer un daño irreparable destrozando el paisaje del interior». «La transición ecológica ha de hacerse, pero con rigor y con ordenación», recalcaba al tiempo que pedía «mayor sensibilidad a la administración».

Basura de la tierra al mar

Pepa Crespo, directora de comunicación del Bioparc, reflexionaba sobre «la basura marina generada en la tierra, la preocupante pérdida de biodiversidad en los últimos cincuenta años o la contaminación del aire, agua, suelo e incluso el espacio». «Todo nuestro desarrollo desde la revolución industrial ha sido abusar de los recursos naturales», desgranaba. «Nuestro modo de vida actual es inaceptable y autodestructivo», admitía con un consenso generalizado en la mesa. «Tenemos que hacer las paces con la naturaleza, porque si le damos una oportunidad ella se regenera y ha de ser ya», aseveraba.

En la misma línea se desarrollaba la intervención de María Vicente, directora de proyectos sostenibles de la consultora Considera. Vicente situaba el foco en la falta de recursos por parte de la administración para actuar en muchos puntos del territorio, especialmente en el ámbito forestal cuyo 80 % está en manos privadas. De ahí que defendiera la necesidad de establecer mecanismos de compensación hacia los municipios cuyos bosques actúan como sumideros de carbono. Sobre cómo afrontar el reto del cambio climático y la extremización de los fenómenos extremos, se sumaba a la corriente de repensar infraestructuras críticas y «apostar por soluciones basadas en la naturaleza».

Fuente: Levante – El mercantil valenciano

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