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Mularroya, una historia pasada por agua

Un proyecto en marcha que se frena generando retroceso y la falta de abastecimiento en la zona

La Audiencia Nacional ha anulado el proyecto de Mularroya por las últimas movilizaciones de grupos ecologistas, paralizando las obras y la evolución de la zona. Las partes implicadas han trabajado con planteamientos de máximos y judicializado un proyecto del Pacto del Agua.

Comencemos con un poco de historia
En los años 1983 y 1984, el Gobierno Civil intervino en la gestión del agua de La Tranquera. Ante la escasez, intentaron salvar las cosechas y el suministro de agua de boca a Calatayud.

El año 1987 más de mil agricultores pidieron en La Almunia de Doña Godina la construcción del embalse y que se desdoblara la Nacional II que transcurría por el río Grío, dejando libre el vaso del embalse. El MOPU en 1988 aprobó desdoblar la carretera y consignó 413 millones de pesetas para los estudios del embalse.

En 1995 intervino la CHE con el Decreto de la Sequía para armonizar los riegos. Las fincas pasaban ochenta días sin regar y hubo enfrentamientos físicos e incluso denuncias en los tribunales. Se nombró este episodio como la guerra del agua y creció la conciencia de Mularroya como solución para el Jalón.
En estos años, la agricultura de subsistencia dio paso a explotaciones profesionalizadas con inversiones que necesitan que el agua no sea un factor aleatorio porque en ello va su futuro y el de la ribera.
El proyecto de Mularroya es tan importante que se debe buscar una solución a un problema real que tiene que ver con la economía, los ecosistemas y la esperanza de aquellos que viven en ese entorno.


Hace falta más agua
En contextos de sequía similares se construyeron los embalses de La Tranquera y de Maidevera pero la evolución de la agricultura y el crecimiento de la zona exigen más recursos. Hace falta más agua para mantener la rentabilidad de fincas, que las empresas existentes y otras que están surgiendo, no vean su futuro amenazado y también que las poblaciones que dependen del río no se queden al albur de unas cisternas en verano.

Si no se termina este proyecto, deribará en un paisaje desolador, con peces muertos y a veces montañas de espumas procedentes de industrias de la zona en las que los vertidos no se realizan con la oportuna depuración por falta de un recurso indispensable: El agua.

Igualmente el estado que presentan montes cercanos al embalse, vaciados sin solución de continuidad, que parecen no preocupar en exceso a los detractores del embalse.


No es un trasvase
Mularroya no es un trasvase. A diferencia de la UE, en nuestro país el agua tiene una característica, su escasez, y por ello las políticas entorno a la administración del agua, y la sostenibilidad de la agrecultura tienen que generar un ecosistema óptimo en el que se permita un co-habitad entre el ser humano y sus necesidades y el entorno natural.

Con intereses contrapuestos, toca decidir. Por tanto quedan dos alternativas y una realidad. Una, continuar con las obras adaptándolas a lo exigible y otra, revertir la obra a la situación anterior dejando al Jalón en la incertidumbre. La realidad es que las aguas del río Jalón serán embalsadas, o bien en su cuenca natural, que sería lo más lógico,  o en los pantanos aguas abajo del Ebro. 

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