Opinión

La defensa del paisaje de Teruel se opone a la proliferación parásita de las renovables

La provincia de Teruel se asoma al mercado de las renovables, un mercado del que muchos vislumbran una gran caída que se dará a corto, medio y largo plazo. Esas voces disidentes que, a veces se les tacha de falta de idea progresista, han formado una plataforma que defiende los paisajes de la provincia, su naturaleza y su modelo de vida con su gran biodiversidad. Una lucha contra las grandes empresas, paralela a la lucha contra la despoblación.

En Monroyo, un pueblo del Matarraña, nació a principios del año pasado la Plataforma por los Paisajes de Teruel, una agrupación de voces contrarias a la proliferación de los aerogeneradores en la provincia y una forma de desmitificar las promesas de las grandes empresas económicas y repobladores que inyectan en los pequeños ayuntamientos.

“Curiosamente no hay ninguno en Madrid”, refiriéndose a un parque de molinos, expresa el portavoz de la Plataforma, Javier Oquendo. Una realidad económica que coincide en multitud de regiones de España, “territorio desocupado, sin oposición social y más barato”. Algo que comparten provincias como León, Burgos, Extremadura, Galicia o Castilla-La Mancha. Actualmente, según defiende la Plataforma, hay 80 proyectos para establecer aerogeneradores en la provincia de Teruel, algunos ya en trámite. Una inversión que circula a gran velocidad y que no solo trae molinos, sino también placas fotovoltaicas.

La labor de la Plataforma está centrada en la información, “existe un gran desconocimiento en la población”. Una oposición que llega a las administraciones a través de alegaciones. Algunas veces recurren a valoraciones de impacto ambiental y otras, como las propuestas de las moratorias de estos proyectos, que no siempre se llevan a cabo. Las empresas interesadas, según defienden, se valen de vacíos legales para levantar los parques. Por ejemplo, a través de la fragmentación, “no es lo mismo tener un parque de diez molinos que diez parques con diez molinos cada uno”.

La Plataforma afirma no estar en contra de las renovables. “Hay dos modelos, el megaproyecto y el de autoconsumo”. Una posición que apuesta por las denominadas comunidades energéticas, en las que se usarían los tejados de los espacios municipales (polideportivos, naves…etc) para la colocación de placas fotovoltaicas que permitirían el autoabastecimiento municipal.

Oquendo denuncia que la despoblación es vista por estas empresas como un espacio para colocar estos parques “sin oposición”. Algo que los ayuntamientos reciben como agua de mayo al escuchar de las bocas de los empresarios que vendrán familias a vivir para mantener estos grandes gigantes. “Si en mi pueblo está a punto de cerrar la escuela, el médico o el bar, cualquier cosa es bienvenida si traen a cuatro o cinco personas”. Una situación que comprenderían de los ayuntamientos, pero a los que advierten de que, a largo plazo, es una situación que no se ajusta a la realidad. Desde la Plataforma ponen de ejemplo la zona de Fuendetodos (Zaragoza) o la de Maranchón (Castilla La-Mancha) en los que, con diez años con molinos, no ha establecido población; es más, se ha perdido. “Sí que se elevan las rentas de los ayuntamientos”, pero ¿para qué ese dinero, para poner farolas en caminos que no transita nadie”, afirman desde la Plataforma.

Una proliferación que también ha encendido las alarmas en el sector turístico de la provincia. Denuncian que Teruel se presenta al mundo como un espacio lleno de biodiversidad. La provincia está apostando por el birding (contemplar aves) o la observación de estrellas. “No vamos a saber si es Marte o un aerogenerador”, afirma Oquendo. No son solo los molinos, sino el rastro que dejan. Tras las grandes estructuras hay una gran cantidad de torres de alta tensión rompiendo el espacio. “Un impacto medioambiental que hay que evaluarlo globalmente”.

“Las infraestructuras despueblan”

El portavoz de la Plataforma ha afirmado que “los eólicos y los fotovoltaicos no mejoran las carreteras, sino que las empeoran”. Oquendo expresa que, a nivel personal, “las infraestructuras despueblan”. Por ejemplo, como ocurrió con la A-23, “que iba a ser una revolución”, pero que lo único que ha producido es que “la gente vive en las grandes ciudades y va a trabajar a los pueblos”. Una realidad que defienden que facilitaría el estar de paso por lo rural sin de verdad, establecer población o economía.

“Si no se lo llevan todo al centro neurálgico -Zaragoza- pues existiría una diversificación en la provincia”, han añadido sobre la situación de la provincia. “Teruel es una anciana con arrugas, paciente y resiliente. Sin saber qué es la resiliencia”, ha concluido.

Fuente: Aragón digital.

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