Economía

Preocupación entre los truficultores de Teruel por el daño de las heladas en las encinas jóvenes

‘El frío extremo de enero congeló hojas y ramas, lo que podría retrasar un año su entrada en producción.

Los truficultores de la provincia de Teruel, un colectivo cada vez más amplio debido a la creciente demanda de trufa negra en el mercado, se muestran muy preocupados por los daños que las heladas que siguieron a la borrasca Filomena en la primera quincena del pasado mes de enero causaron en las encinas micorrizadas más jóvenes.

El frío extremo, que durante varios días alcanzó los 20 grados bajo cero en algunos puntos de la parte sur de la provincia, la de mayor altitud, congeló hojas y ramas tiernas hasta destruirlas, lo que, en los árboles recién plantados, podría retrasar en un año su entrada en producción. Las trufas crecen bajo tierra junto a las raíces de las encinas y carrascas, que pueden tardar hasta diez años en ofrecer su primera cosecha del preciado hongo.

El Servicio Provincial de Agricultura, Ganadería y Medio Ambiente de Teruel ha registrado en las últimas semanas al menos una decena de consultas de truficultores que intentan averiguar cuáles serán las consecuencias que los rigores de este crudo invierno tendrán en sus plantaciones. Las llamadas proceden de agricultores de la zona del Jiloca, de las Cuencas Mineras, la Sierra de Albarracín, el Maestrazgo, la Comunidad de Teruel y Gúdar-Javalambre, comarcas por las que se ha extendido el cultivo de la trufa –se originó en Sarrión– ante el éxito de este producto gastronómico.

Según explica el técnico de dicho Departamento, Felipe Rosado, el mensaje que se transmite a los interesados es que la caída en picado de los termómetros ha perjudicado, sobre todo, a las encinas de menor edad –aquellas plantadas hace uno o dos años– y no tanto a los árboles mayores, cuyas ramas son más leñosas y resistentes a las inclemencias del tiempo. Se espera, además, que esta primavera rebroten los árboles desde sus raíces cicatrizando las heridas causadas por el hielo.

Con todo, el problema no es baladí, debido al largo periodo de tiempo que ha de esperar el agricultor para hacer rentable su plantación. Así lo explica María Martínez, una joven truficultora de Cella que ha visto cómo las hojas y las ramas de sus encinas y carrascas han adquirido un tono marronáceo, indicativo de haber sufrido daño por el hielo.

“La truficultura es más complicada de lo que parece; muchos peligros la acechan y cualquiera de ellos puede arruinar la cosecha, con todo el trabajo que hay detrás”, explica Martínez. La joven agricultora señala que, por suerte, las heladas llegaron cuando se acercaba el final de la campaña de recogida de trufa y el hongo estaba ya más maduro, pues de haberse adelantado en el tiempo los daños hubieran sido mucho mayores. Añade que la gran cantidad de nieve que descargó Filomena también tuvo su lado negativo, pues partió en dos muchas ramas de árboles ya crecidos en un año en el que, además, el precio de la trufa se desplomó por el cierre de restaurantes a causa de la covid.’

Fuente: El Heraldo de Aragón.

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